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Hay relaciones que no se viven en el presente.
Se viven un poco en el futuro: en lo que podría pasar, en lo que podría perderse, en lo que todavía no ocurrió pero ya genera ansiedad.
El apego ansioso suele sentirse así. No como un problema puntual, sino como un estado interno permanente: estar atento, anticiparse, sostener el vínculo para que no se caiga.
No es dramatismo. Es una forma de supervivencia emocional aprendida.
El apego ansioso es un estilo vincular que se origina cuando, en los primeros vínculos importantes, el afecto fue vivido como incierto o poco predecible. La teoría del apego, desarrollada por John Bowlby, describe cómo estas experiencias tempranas influyen en la manera en que nos relacionamos en la adultez.
El mensaje interno que suele quedar es:
“Si no estoy atento, puedo perder al otro.”
No es una decisión consciente ni una característica de personalidad. Es una estrategia emocional.
El vínculo se vuelve el centro regulador de la calma.
La respuesta del otro define cómo te sentís.
La ausencia activa miedo.
La cercanía calma, pero solo por momentos.
Muchas veces hay amor, deseo de construir y entrega real. Lo que aparece es el costo emocional de vivir siempre en alerta.
Dificultad para tolerar la incertidumbre.
Necesidad de contacto constante.
Miedo intenso a ser reemplazado o abandonado.
Sobreanálisis de gestos, palabras o silencios.
Sensación de angustia cuando el vínculo se enfría.
Nada de esto habla de debilidad. Habla de una necesidad profunda de seguridad.
Porque el apego ansioso no se activa desde la lógica, sino desde el sistema emocional. No se apaga con voluntad ni con consejos externos.
Decirte “no pasa nada” cuando el cuerpo siente amenaza no suele funcionar. Por eso muchas personas sienten culpa por no poder controlar lo que les pasa.
El foco no está en eliminar la necesidad de vínculo, sino en construir una base interna más estable.
El proceso terapéutico permite:
Comprender de dónde viene la ansiedad.
Aprender a regular emociones sin depender solo del otro.
Diferenciar miedo de realidad.
Vincularse desde el deseo y no desde el temor.
Con el tiempo, la relación deja de ser un salvavidas y empieza a ser un espacio compartido.
Entender también es empezar a cambiar
El apego ansioso no define quién sos, pero sí puede explicar por qué ciertos vínculos se sienten tan intensos y desgastantes.
Si este patrón aparece una y otra vez en tu vida, entenderlo es el primer paso para relacionarte de una forma más segura y cuidada.
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Construir seguridad también es un proceso. Y no tenés que hacerlo solo.
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