No todo malestar queda en casa. Las emociones, las pérdidas, las situaciones personales intensas y las crisis no se apagan al entrar a la oficina. Y aunque durante años las empresas buscaron separar lo personal de lo laboral, hoy sabemos que no es posible —ni saludable— hacerlo.
Cuando un colaborador atraviesa una crisis emocional, no basta con ofrecer “tiempo” o “comprensión general”: es clave saber cómo acompañar, contener y actuar con criterio, sin invadir pero sin mirar para otro lado.
En este artículo te contamos qué podés hacer, desde un lugar humano y profesional, para cuidar a esa persona y al equipo.
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1. Detectar que algo está pasando (aunque no se diga en voz alta)
No siempre quien atraviesa una crisis va a decirlo. Pero el cuerpo y la energía comunican lo que las palabras a veces no pueden.
2. Ofrecer un espacio de escucha segura y sin juicio
Muchas veces, lo que más necesita una persona en crisis es saber que no está sola. Y para eso, no hay que tener respuestas, sino disponibilidad emocional.
Acercate con respeto.
Preguntá si necesita hablar o si quiere un espacio a solas.
Validá su malestar sin minimizarlo ni intentar resolverlo rápido.
Mantené la confidencialidad, incluso si la persona no dice nada “grave”.
Una frase como “Podés tomarte un momento, si necesitás hablar o simplemente pausar, estoy para acompañarte” puede abrir más puertas que cualquier protocolo.
3. Evitar el impulso de “tapar” la situación con soluciones rápidas
Ofrecer licencias, derivaciones o bajar la carga laboral puede ser muy útil, pero hacerlo sin haber escuchado lo que la persona necesita puede sentirse como un empujón hacia afuera.
Primero: escuchar.
Luego: preguntar qué necesita, qué le ayudaría, qué opciones se le hacen posibles.
Y recién después: ofrecer alternativas concretas y adaptadas a la situación.
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4. Cuidar la comunicación dentro del equipo
Cuando alguien se ausenta o atraviesa una crisis, los rumores o los vacíos de información pueden generar incomodidad.
No hace falta explicar lo que pasa, pero sí garantizar:
Respeto por la privacidad.
Criterios claros para reorganizar tareas.
Acompañamiento al equipo para sostener emocionalmente el impacto colectivo.
La crisis de una persona también puede movilizar al grupo. Acompañar implica mirar el todo.
5. Saber cuándo (y cómo) derivar
No todo puede ni debe resolverse desde RRHH o desde el liderazgo. Algunas situaciones requieren contención clínica, intervención especializada o dispositivos terapéuticos.
Por eso, contar con una red profesional de apoyo hace la diferencia.
Derivar no es desentenderse, es acompañar hasta donde podemos y confiar lo demás a quien corresponde.
6. Tener una estrategia clara para actuar ante estas situaciones
No se trata de esperar a que ocurra una crisis para improvisar. Las empresas que acompañan mejor son las que se preparan.
Claves:
Protocolos claros pero flexibles.
Espacios de formación para líderes y equipos.
Acceso a sesiones de terapia individual o grupal.
Dispositivos de primeros auxilios emocionales.
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Acompañar una crisis emocional no es solo contener: es cuidar con responsabilidad.
Un colaborador en crisis no es alguien débil ni un “problema” para resolver. Es una persona que necesita ser mirada con humanidad, sostenida sin juicio, y acompañada con criterio.
La forma en que una empresa responde ante estos momentos define más su cultura que cualquier manual de valores.
Si querés construir una cultura emocionalmente segura, empezá por estar donde más se necesita.
Conocé cómo Tu Terapia Business puede acompañar a tu empresa.