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¿Qué es la Responsabilidad Afectiva?

Significado de Responsabilidad Afectiva

La responsabilidad afectiva implica el diálogo interno con nosotros mismos. El cuidado, atención y vivencia profunda en contacto con nuestras emociones y sentimientos. Este término surge del cuidado de nuestro mundo interior, de forma que podamos hacernos cargo de lo que nos pasa y dejar de ser víctimas o victimarios del mundo externo.

Ahora nos podemos preguntar, cómo podemos adquirir esta responsabilidad afectiva para poder alcanzar la salud emocional y relacional en nuestra vida.

Beneficios de la Responsabilidad Afectiva

Poder hacernos cargo de lo que pasa en nuestro mundo emocional y afectivo tiene muchos beneficios para nuestra vida diaria. Los más destacados son los siguientes:

- Menos conflicto en nuestras relaciones

- Mayor bienestar emocional

- Mayor flexibilidad y adaptabilidad al cambio

- Construcción de mejores vínculos

- Constante desarrollo personal

- Sensación de mayor alegría y felicidad

- Libertad y voluntad en la vida

¿Cómo trabajar la responsabilidad afectiva?

Hacerse cargo de lo que sucede con nuestros afectos puede no ser fácil al principio. Especialmente si nos hemos acostumbrado a ciertos patrones de comportamiento como culpar a otros de lo que nos sucede o victimizarnos constantemente en nuestras relaciones amorosas o afectivas. A continuación proponemos tres etapas para alcanzar esta responsabilidad afectiva en la vida diaria.

Observación y Consciencia

El primer paso para poder hacernos responsables implicará un gran nivel de presentismo y observación. Esto generará consciencia en nosotros mismos, permitiendo no reaccionar ante lo que nos sucede, sino dándole un lugar para procesarlo y elaborarlo, antes de hacer algo al respecto.

Hacerse Cargo

Luego de observar la emoción o el afecto que surge, cuando no tenemos tendencia a la responsabilidad afectiva, podemos tender a culpar al otro de lo que nos pasa. Esto nos deja en papel pasivo y de víctimas. Es una solución que no requiere más que apuntar al de enfrente. El problema de esto es que no resuelve ni permite el crecimiento de la persona que tuvo esa emoción. 

Hacernos cargo implicará ver qué del otro a mi me molesta y qué sentido tiene esta emoción para mi crecimiento. Por ejemplo si alguien me está mostrando situaciones o generando enojo, quizás algo de mi debe transformarse. Puede ser mi perspectiva, mi vínculo conmigo mismo. Para esto debemos entender el punto clave, que es que nosotros somos partícipes y creadores de la realidad, la creamos constantemente y en base a eso, lo que nos sucede pasa a ser responsabilidad nuestra. Todo esto brindará autoconocimiento, que es el último punto.

Autoconocimiento

Poder responsabilizarnos de nuestras emociones permitirá conocernos a nosotros mismos en cada acción. Si vemos que el mundo nos refleja aspectos de nosotros mismos, podremos integrar en cada momento presente algo nuevo. Sea una emoción densa y desagradable como la tristeza o el enojo así como también otras más sutiles como la paz y la alegría.

Entender y poder hacernos cargo de cada sentimiento, sin proyectarlo constantemente en el afuera, generará una ampliación de consciencia y autoconocimiento, dandonos mayor libertad y voluntad frente a la vida.

Para poder trabajar sobre estos puntos y profundizarlos, recomendamos empezar un proceso terapéutico, ya que al principio por nuestra cuenta puede no ser suficiente. Cómo cualquier otra destreza, se practica y se hace con otras personas que nos generen emociones y sentimientos.

Muchas veces para lograr esto necesitamos apoyo de un psicólogo profesional.

Responsabilidad afectiva en pareja

Es muy común que haya conflictos en pareja, ya que esas personas son espejos muy grandes de nosotros mismos. La pareja puede ser una gran fuente de crecimiento y autoconocimiento si tenemos responsabilidad afectiva. 

Aplicando lo que comentamos arriba, podremos hacernos cargo y resolver conflictos desde una perspectiva mucho más madura que si no lo hacemos. 

En vez de culpar al otro de lo que siento, puedo profundizar en lo que me está mostrando y estoy creando en ese instante.

Para esto de todas formas se requiere mucha presencia y observación, así como trabajo personal sobre uno mismo.

Conclusión

Para poder comenzar trabajando la responsabilidad afectiva, es prudente ir por un proceso terapéutico y de autoconocimiento, ya que al principio las emociones nos pueden desbordar. La terapia psicológica tiene una gran variedad de propuestas para hacernos cargo de estas emociones y vivirlas sana y responsablemente.

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